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Dos ojos muy abiertos asoman por el ventanuco de una puerta. -¿Y a este que le pasa?
-Sindrome de deficiencia productiva. Tres casos nuevos esta semana -declara el Director, mientras se acerca tambien a la puerta.
-Es inaudito... como una plaga. Menos mal que no son problematicos.
-No, pero tampoco aportan nada. Ese es el problema, que se niegan a trabajar -se acaricia la barba-. La medicacion acaba ayudando con esto. Mario lleva 4 meses, parece que progresa.
Mientras tanto, al otro lado de la puerta, Mario descansa tranquilo. Esta despierto, pero su actitud confunde -ni se mueve-.
Hace unos meses, cuando le trajeron a la clinica, era una mente inquieta. No encajaba en un mundo de locos, decia, en el que nada tiene sentido.
-¿Como hemos llegado hasta aqui? -repetia sin cesar el dia de la crisis- ¡Hemos perdido el rumbo! Pero Dios, ¿que cuernos le pasa a todo el mundo?? ¿Porque nadie lo ve como yo? ¿Es que tu no te das cuenta?? -le preguntaba fuera de si a la enfermera mientras esta le inyectaba los calmantes- No quiero formar parte de esto. No podria...
Desde entonces muchas cosas han cambiado. Ahora Mario trabaja en una Editorial. 8 horas al dia apilando libros -se le da bastante bien-. Turnos rotatorios... Los Doctores se muestran muy satisfechos.
En el pasillo colindante, la tortura de la duda lograba colarse una vez mas en los pensamientos del Director. -Ese chico. Hay algo que dijo...
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Un aplauso para Iñaki, que se estrena con este relato ilustrando mi ilustracion. ¡Bravo! ¡Gracias majo!
nadie dice nada
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