- Disculpe monsieur.
- ¿Si?
- Este local se rige por una normas monsieur. Lamento decirle que no puede entrar aqui sin corbata.
- Si bueno. Yo es que soy una cobaya, ¿no sabes?
- Je suis desolee, sin corbata no se puede entrar.
- ¡Pues me voy a cagar yo en las etiquetas gabachas, las baguettes y la torre Eiffel que no puedo entrar sin corbata y soy un puto roedor!
El recepcionista encogio sus hombros a la vez que su ridiculo bigotito, se giro casi imperceptiblemente detras de su atril y tacho algo en el enorme libro de reservas con ademan amanerado.
- ¡Y pasa de todo el tio! Deja -se zafo bruscamente de su esposa, que le cogia de la patita para calmarlo-. Se van a enterar de quien soy yo. ¡Faltaria mas! ¡Garçonucho! Una mierda para la liberte, un zurullo para la egalite, y un mojon para la fraternite. ¡No me puedo poner corbata! ¡No hay de mi tamaño! ¡Que soy una cobaya yo! ¡Co-ba-ya! ¡Co-...
- Cariño...
- ...ba-ya! ¡Que!
- Vamonos a otro sitio y olvida el asunto, no es la primera vez que nos pasa y estoy cansada.
- ¡Pues no nos podemos ir a otro sitio! Resulta que no podemos cambiar a otro sitio porque al capullo de mi jefe se le ha ocurrido la brillante idea de invitarnos a cenar esta noche. A mi, a ti y a los crios -señalo distraido y sesenta y cuatro pares de ojos siguieron el movimiento de su mano-. Y se le ha ocurrido porque me mato a trabajar trece horas al dia para mantener una prole que no hace mas que crecer y desgastarte las tetas y el capullo de mi jefe ha creido que seria una buena forma de reconocermelo, trayendome a este restaurante pijo y humillandome publicamente por el simple hecho de no poder ponerme una jodida corbata.
- ¿Y vas a hacer algo, o te vas a quedar despotricando toda la noche?
- ¡¿Que si voy a hacer algo?! -Levanto la mano violento y justo en ese momento el camarero encendio una lamparita en el atril-. Un momento... Conozco a un tipo... -y atraveso veloz la puerta del restaurante sin terminar siquiera de hablar.
Y esta es la historia de como perdi mi corbata de tipo elegante. Que soy de cuello finico yo.
Vaale. Me amenazo.