El Sospechoso Caso Del Palo Mas Corto

- Oye Bodock, que tenemos que jugarnosla ya.

- ¿Ya? -el telefono cogia su voz y la deformaba en cursiva.

- Si, que nos estan metiendo prisa y tenemos que darles una respuesta ya.

>> Podemos hacerlo de dos formas. O te vienes para casa echando hostias, o le das la potestad a Muinustre y que el coja palico por ti -Muinustre habia empezado hacia un par de minutos su danza de la buena suerte, y estaba proyectando en su cerebro como iba a ganar el sorteo. El universo estaba realmente impresionado, y empezo a realizar una serie de movimientos en favor de aquel imbecil optimista-. Primero saca el, luego vuelve a sacar por ti, y yo me quedo con el ultimo.

A pesar de antiguas experiencias, el altruismo y la pereza, sentados en el Bodock-hombro, le dijeron con desgana que era mucho mejor no asistir al sorteo en directo y obtener la respuesta via telefonica. La comodidad de estar sentado en casa en gallumbos bien lo valia.

- Na, hacerlo ahi vosotros y decidme como va.

- Vale pues. Ahora cojo los palos y Muinustre saca para el -en un habil movimiento Parrustio intento crear confusion y desoncierto, cogiendo los palos a mala idea y dejando distintas alturas entre unos y otros.

- ¡No cabron! ¡Los palos a la misma altura todos! ¡A la misma altura! ¡Manipulador!

- Vale vale vale. Venga, coge.

- Uoooo las magias de la buena suerteee. Voy a coger, voy a coger... -los dedos de Muinustre bailaban ondulantes entre los tres palitroques, tanteando y poniendo nervioso al personal- ... ¡este!

- Que ha pasado, tios, que ha pasado.

- Nada, que ha sacado un palo. Ahora va a por el tuyo.

Justo en ese momento el universo perdio el interes y dirigio su mirada de millones de años luz hacia otra parte, seguramente una parte mas interesante con playas y pechos.

- Pues este mismo.

Se puede adivinar el resultado sin necesidad de seguir con la historia. Y en realidad nunca sabremos si es una historia verdadera esta. Seguramente en el lecho de muerte de alguno de los tres amigos varias verdades sean reveladas y el equilibrio cosmico se restablezca.



Aunque por ahora yo estoy bien en mi enorme habitacion.

En Busca Del Piso Perdido

El rumor empezo a correr una tarde de verano disfrazada de primavera, con el sol calentando el asfalto con toda la mala leche que pudo reunir en tan poco tiempo.

Los edificios empezaban a agitarse nerviosos, y cuchicheaban entre ellos a una frecuencia que el ser humano no era capaz de percibir. Se alertaban los unos a los otros a una velocidad de vertigo, y en cuestion de horas toda la ciudad estaba al tanto de la fatidica noticia, desde el mas alto edificio de negocios (aunque creedme, estos estaban a salvo) hasta la casucha mas pequeña de la periferia, hecha con pladur y escupitajos. Y es que los edificios no distinguen de razas para estas cosas. Aunque si para todo lo demas.

Bueno, el caso es que estaban todos acojonaditos, ya que se habia filtrado la informacion de que aquellos molestos pero atractivos humanos buscaban piso de nuevo.

Asi que esa misma noche se reunieron los edificios mas sabios en una reunion secreta, como hacian en la antigüedad, con el fin de dar con el plan definitivo que lograra eliminar para siempre aquella molestia cuasianual.

Hablaron durante horas, y cada uno tenia una idea distinta para solucionar el problema. Como los edificios, aparte de sorprendentemente imaginativos para el mal son terriblemente testarudos, tardaron un dia mas en ponerse de acuerdo entre ellos. Pero lo hicieron, y trazaron un plan que consideraron perfecto en primera instancia. Mierda en la segunda.

La primera parte del malefico plan trataba minar la moral del enemigo, a lo estrategia belica. Conformaron una primera linea defensiva que consistia en la cochambre mas miserable, los peores pisos de la ciudad que se llenaron de basuras, escombros e insectos para la ocasion. Cada vez que un casero (esos seres que no forman parte de ningun bando, ratas mezquinas y miserables que no caen bien ni a humanos ni a edificios) abria cualquiera de sus puertas, el piso en cuestion se esmeraba en desnivelar el suelo de sus habitaciones, encharcar la poza de la cocina o impregnar sus paredes con un olor mezcla de yaya muerta y cien mil comidas cocinadas en el mismo aceite.

El alegre e idiota optimismo de nuestros amigos humanos desbarato, como no podia ser de otro modo, la precariedad de esa primera parte.

La segunda parte atacaba directamente a la fortaleza fisica del ser humano, ser enclenque por naturaleza. Los siguientes pisos a ser visitados se organizaron de tal manera que quedaban siempre en las puntas mas alejadas de la ciudad, por lo que nuestros heroes anduvieron como trescientos veinte kilometros en cosa de dos dias.

Salvaron el obstaculo con un oportuno cambio de calzado.

Y el plan llego a su tercera y ultima parte.

Mariquita el ultimo.

El Mes Que Intento Comerse Mis Dibujos

Los Meses son enormes monstruos descerebrados y sin ojos que se alimentan del Tiempo.

Los hay de diversas formas y tamaños, humores y actitudes, incluso olores y sabores, asi que lo mismo te puedes encontrar un Mes chiquitico y peludo de color gris debajo de la cama, como uno enorme agitado y azul chupando una playa. O uno bonachon de risa contagiosa, u otro con el ceño fruncido y los morros apretados. O aquel que sabe a pollo asado, o el que huele a canela (pero es veneno).

El que nos ocupa hoy es de los chungos. De esos meses peligrosos que te hacen cambiar de acera y sujetar el bolso con las dos manos. Que prohibes a tus hijos que queden con el por las tardes, de esos que cuando entran en un banco todos saben que ha venido para atracarlo. Un mal mes, de los que no llegas al final.

Pero en su defensa hay que decir que no es culpa suya.

Tuvo una infancia dificil. Los demas meses se metian con el porque no paraba de comer cuando estaba ansioso. Y cuanto mas se reian de el, mas ansiedad le entraba, mas comia, y mas se reian de el. Eso estaba bien para la asignatura de comer tiempo, la mas importante en primaria, pero no resultaba demasiado apropiado en las clases de contar meses con nudillos, o en la de meses de verano, que impartia el envidioso señor Febrero. En esas clases se ponia a comer cualquier cosa, y los profesores le castigaban de cara a la pared cuando reparaban en aquella marca de mordisco en su pupitre, o veian asomando los pies de su compañero de asiento mientras lo sorbia a lo espagueti.

Ni que decir tiene que acabo por comerse la pared, ladrillo a ladrillo y corriendo hacia la libertad.

Cuando le comunicaron la terrible noticia que acabaria cambiando su vida, le dio la locura y empezo a comer descontrolado.

Se comio quince dias de crucero por el mediterraneo, y se quedo con hambre. Entonces se comio cuatro dias de asuntos propios que protestaban a la puerta de una patronal, pero seguia con hambre. De un mordisco se jalo un fin de semana romantico en Praga que no pudo hacer remitir aquel dolor de estomago. Engullo como los patos una tarde en el parque que se le quedo entre las muelas. Despues se trago sin masticar un par de horas de concierto casi sin darse cuenta. Sorbio los segundos de un record de velocidad como si de una sopa de fideos se tratase. Y con eso agoto todo el tiempo. Y aun asi seguia con hambre.

Y entonces el muy cabron vio mis dibujos ahi encima de la mesa, en los otros folios, y se lanzo como loco con los ojos fuera de sus orbitas. Si hubiese tenido ojos, claro.

Va a ser una dura batalla.